PRESENTACIÓN DE LOS CALENDARIOS VITAMINADOS TIME SAPIENS

PRESENTACIÓN TIMES SAPIENS
Todos, menos yo, que me fui pronto, se quedaron al final recogiendo. Roberto e Isabel, Noelia, Ana, Maite y Miguelangel.
Roberto me dijo que llegaron a casa sobre las 12.30, y que estaba tan excitado que cogió el coche y se fue a hacer millas con Isabel. Yo tampoco pude dormir bien. Por la cabeza me iban desfilando escenas de la noche. De la sala, llena a rebosar, con gente de pie en los pasillos. De la excelente intervención introductoria de Mercedes de Pablo, que marcó el tono de la velada e hizo que arrancara con brío, de las de Roberto e Isabel, de la de Rafa, que al final hasta se atrevió a tararear en público unas notas del Toreador, de la ópera Carmen. Que había complicidad entre nosotros, y que nos lo estábamos pasando en grande, se notaba. Alguien me dijo al acabar que no había sido una presentación al uso, que tenía chispa. Mi amigo Fermín vino expresamente desde Galicia. Lo he hecho por ti, por no fallarte, sin saber lo que me iba a encontrar. Pero me ha encantado, de verdad me ha encantado. Y las últimas palabras que has dicho, las podía haber pronunciado yo (“Venguémonos de la crisis, ignorándola, seamos felices a pesar de la crisis…”). En el acto se proyectó un vídeo en el que la joven actriz Paula Muñoz leyó Erika, uno de los cuentos de Good Luck; ¡qué pena que las interferencias futboleras nos impidieran escucharla bien! Al final, después de los aplausos, el merecido refrigerio. He echado de menos a fulanito y a menganito, le comenté más tarde a una amiga. Y ella me replicó que habíamos estado los que teníamos que estar, los cabales.

BREVE HISTORIA DE UN CALENDARIO

CALENDARIO GOOD LUCK

En otoño del año pasado, empecé a ir al gimnasio con regularidad a mediodía.
Allí, en el vestuario, coincidía casi a diario con Isabel. Y, a fuer de intercambiar saludos y sonrisas cómplices durante la ceremonia diaria de cambiarnos de ropa, en poco tiempo fue surgiendo entre nosotras una simpatía mutua, hoy ya amistad, que nos permitió empezar a hablar de nuestras vidas y de nuestros proyectos. Muy cerquita del gimnasio, estaba su estudio de diseño y comunicación; por mi parte, yo era profesora de Lengua, llevaba un blog, y tenía en mi haber un libro de poesía, y otro sin publicar. Así nos fuimos conociendo. Ella me llevó al estudio, me presentó a Roberto, y desde entonces nos hemos visto los tres con asiduidad. Me regalaron dos calendarios vitaminados, Homo Dramatikus, de 2013 y Anispanish, de 2012; también algunos de los libros que con tanto primor han editado. Me sorprendió su calidad. Ya por entonces tenían la idea de publicar un calendario sobre supersticiones 2014. Me propusieron escribir unos cuentos basándome en ilustraciones preexistentes; sin pensármelo dos veces, les conteste que sí. No sabía en el lío que me estaba metiendo, porque los cuentos tenían que entregarse en una fecha precisa; aparte de que, por suerte, ellos eran muy buenos, llevaban muchos años en la profesión, y yo temía no estar a su altura.
Pero, aceptado el reto, no me quedaba más remedio que ponerme enseguida manos a la obra; así lo hice, aunque cada vez que empezaba un nuevo cuento, inevitablemente, experimentaba los mismos sudores fríos y la misma sensación de pánico; ¿qué historia me podía inventar que tuviera algo que ver con el número siete, o con el 13, o con una herradura?
La cosa, no obstante, empezó a funcionar. Una vez que me ponía, quizás por eso que dicen de que la inspiración te tiene que pillar trabajando, las ideas fluían con facilidad, y las palabras se iban juntando unas con otras hasta irse materializando en historias.
Así que, para mi sorpresa y tranquilidad, la primera redacción de estos cuentos, se resolvió de forma feliz y relativamente temprana. Tenía tiempo de sobra para corregirlos. Menos mal. Porque más que corregirlos, lo que tuve que hacer fue reelaborarlos. Las prisas nunca son buenas, y menos en literatura. Me di cuenta enseguida de que, en realidad, lo que había parido no era más que una criatura escuchumizada, enclenque y diminuta, a la que había que dotar de vigor, nervios, y musculatura. Me puse a ello. Releía los cuentos, cambiaba su redacción, suprimiendo y añadiendo comas, palabras, párrafos enteros, lo que suponía a veces un quiebro inesperado en la historia, que comenzaba a transcurrir por derroteros distintos a los previstos. Ahora bien, ha sido precisamente este crecimiento espontáneo lo que, a la postre, ha hecho más intenso y emocionante mi trabajo de creación. Lo malo es que las correcciones han durado hasta el último momento, y que si Isabel y Roberto no me arrancan, literalmente, los cuentos de las manos, a fecha de hoy, aún seguiría empantanada con ellos.
El resultado son las doce narraciones, necesariamente breves, de las que consta Good Luck!, cuyos protagonistas, de la noche a la mañana, ven de repente sacudidas sus vidas por algún acontecimiento que, de una forma u otra, tiene que ver con una superstición, escritas en un estilo que, siguiendo los consejos de Ítalo Calvino, he intentado que sea ágil y rápido, leve.
La verdad es que, por herencia familiar, supongo, y porque, siéndolo, tampoco tengo mucho que perder, yo también soy secretamente supersticiosa,
A pesar de lo cual, me parecen ciertas estas palabras de Stefan Zweig, extraídas de su libro El mundo de ayer, reproducidas en la contraportada de Good Luck!
“Pero solo en los primeros años de juventud identificamos el azar con el destino. Más adelante sabe uno que el verdadero rumbo de la vida está fijado desde dentro; por intrincado y absurdo que nos parezca nuestro camino y por más que se aleje de nuestros deseos, en definitiva siempre nos lleva a nuestra invisible meta.”
Leyéndolas y releyéndolas me doy cuenta de que es verdad, de que cada uno somos dueños de nuestro propio destino, de que lo llevamos grabado dentro y de que, por la cuenta que nos trae, nos debemos empeñar en descubrirlo.