SOBRE EL JUICIO MUSICAL

Al comienzo de Amor, la estupenda película de Michael Hacneke, sus protagonistas, la pareja de ancianos interpretada por Jean Louis Trintignant y Enmanuelle Riva, asisten a un concierto, se les ve en un plano medio, entre el público, y a la salida, ella, que es pianista profesional, comenta algunos aspectos técnicos de la interpretación.
Ahora bien, la mayoría del público de los conciertos suele estar constituido por aficionados de criterio musical bastante dudoso. ¿Qué significan en ese caso sus aplausos? ¿Y su opinión? ¿El que digan que una obra ha sido magníficamente ejecutada, o que, por el contrario, denigren dicha ejecución?
A este respecto reproduzco algunas de las opiniones del que fuera afamado director de orquesta Wilhem Furtwängler (1886-1954), extraídas del libro Conversaciones sobre música (Editorial Acantilado), en el que se reproducen sus conversaciones con el crítico musical Walter Abendroth (1896-1973): «Cualquier público ─también nuestro público berlinés, y este, de forma especial, como público típico de gran ciudad─ debe ser considerado en primer lugar como una masa sin voluntad propia, que reacciona a cualquier estímulo de manera desinhibida, como quien dice automática. Su primera reacción puede ser genuina, pero a menudo también puede ser falsa. A eso se añade que esta primera reacción depende tanto de las circunstancias especiales del momento que, poco después, a veces ya no es comprendida por los propios interesados, en este caso el público mismo. Si no, ¿cómo se explica, pues, que no solo la música pura, sino incluso las óperas que más tarde resultan los éxitos más estruendosos y más duraderos, una Carmen, una Aida, una Bohème, etcétera, fracasaran en su primera interpretación? (…) Eso se debe a que con el público todo sucede de forma completamente instintiva, caprichosa, sin plena conciencia. Lo que llamamos “público” de nada tiene una visión menos clara que de sí mismo. Sobre todo para el oyente ─como individuo o como público─ hay una condición previa para poder emitir un juicio realmente válido: ha de tener tiempo. El tiempo es necesario para conocer realmente una obra, sobre todo tratándose de música pura. Resulta difícil pronosticar cuánto tiempo dura el proceso de conocer y comprender una obra o un artista. Puede requerir décadas, toda una vida. Piense usted en Bach, en las últimas obras de Beethoven, también en fenómenos como Bruckner».

2 comentarios el “SOBRE EL JUICIO MUSICAL

  1. isaac prieto caballero dice:

    El Maestranza es casi mi segundo hogar. Soy nulo total para la música ¿no debo aplaudir?. En la música lo que no se tiene es, precisamente, tiempo se acaba la interpretación y se acabó. Pienso que el aplauso indica si lo pasé bien o no mientras duró. Es cuestión de gusto, de placer, no de calidad artística de la que no entiendo.
    Me encanta leerte.

  2. drigutcar dice:

    Muchas gracias, Isaac, por leerme, y por tu comentario. Yo creo que el aplauso es cortesía, que nada tiene que ver con el juicio crítico, para el que sí entiendo que tiene que haber un conocimiento previo. Un abrazo.

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