Un día nuestro hijos se irán de casa, nos quedaremos solos y empezaremos a envejecer.
Y cuando llegué ese día, releeré estas palabras de F. Scott Fitzgerald:
«Al final tendrán que derrotarnos, como toda generación tiene que derrotar a la anterior. Y si mi hijo es mejor hombre que yo, acudirá a mí al final y no me dirá «Padre, tenías razón acerca de la vida» sino «Padre, te equivocaste por completo».
Y cuando llegue el momento, que llegará, ojalá yo tenga la rectitud y la sensatez para decir: «Buena suerte y adiós, porque una vez fui dueño de tu mundo, pero ya no lo soy. Emprende ahora con arrojo tu camino hacia la lucha, y déjame descansar, entre todas esas gratas equivocaciones a las que he tenido tanto apego, porque soy viejo y ya he cumplido mi trabajo».
Pero seguro que entonces también se me vendrán a la memoria las escenas lentas y llenas de melancolía de «El sabor del sake», la magnífica película de Yasujirô Ozu, en la que al final el señor Hirayama se decide a casar a su hija Michiko, que cuidaba de él, y se queda bebiendo sake, puede que con la satisfacción del deber cumplido, pero solo, irremediablemente solo.
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MACHADO, EL PERRO, EL NIÑO, EL BARCO
Comento Machado con mis alumnos, «Soledades», la tarde, esa pena antigua, y me pregunto si les gusta, si les llega.
De pronto evoco la conversación que hace unos días mantuvimos Enrique Baltanás y yo en el bar Chile, en la que acabamos hablando sobre el desengaño y las heridas cada vez más grandes de la vida.
─¿Por qué íbamos a escribir si no?
Me comenta mi poesía, lo que le gusta de ella, lo que él evitaría, y el tono machadiano de este poema.
Aun
en sueños
advertí
que solo
desde
el sueño
me llamabas.
Y ahora en casa me siguen acompañando las imágenes de Machado, el perro olvidado, el niño que se pierde entre el gentío en una noche de fiesta, el barco sin naufragio y sin estrella…
«así voy yo, borracho melancólico,
guitarrista lunático, poeta,
y pobre hombre en sueños,
siempre buscando a Dios entre la niebla.»
Y pienso que él lo escribió antes y mejor que nosotros.