ENVEJECER

Un día nuestro hijos se irán de casa, nos quedaremos solos y empezaremos a envejecer.
Y cuando llegué ese día, releeré estas palabras de F. Scott Fitzgerald:
«Al final tendrán que derrotarnos, como toda generación tiene que derrotar a la anterior. Y si mi hijo es mejor hombre que yo, acudirá a mí al final y no me dirá «Padre, tenías razón acerca de la vida» sino «Padre, te equivocaste por completo».
Y cuando llegue el momento, que llegará, ojalá yo tenga la rectitud y la sensatez para decir: «Buena suerte y adiós, porque una vez fui dueño de tu mundo, pero ya no lo soy. Emprende ahora con arrojo tu camino hacia la lucha, y déjame descansar, entre todas esas gratas equivocaciones a las que he tenido tanto apego, porque soy viejo y ya he cumplido mi trabajo».
Pero seguro que entonces también se me vendrán a la memoria las escenas lentas y llenas de melancolía de «El sabor del sake», la magnífica película de Yasujirô Ozu, en la que al final el señor Hirayama se decide a casar a su hija Michiko, que cuidaba de él, y se queda bebiendo sake, puede que con la satisfacción del deber cumplido, pero solo, irremediablemente solo.

3 comentarios el “ENVEJECER

  1. Jose dice:

    Hola Carmen,

    Leyendo tu entrada, me ha venido a la mente un escrito de Khalil Gibrán del que reproduzco y que tiene que ver mucho con lo que has escrito… Espero que te guste… 🙂

    “Vuestros hijos no son vuestros hijos. Son los hijos y las hijas del anhelo de la Vida, ansiosa por perpetuarse. Por medio de vosotros se conciben, mas no de vosotros. Y aunque estén a vuestro lado, no os pertenecen.

    Podéis darles vuestro amor; no vuestros pensamientos: porque ellos tienen sus propios pensamientos.

    Podéis albergar sus cuerpos, no sus almas: porque sus almas habitan en la casa del futuro, cerrada para vosotros, cerrada incluso para vuestros sueños.

    Podéis esforzaros por ser como ellos, mas no tratéis de hacerlos como vosotros: porque la vida no retrocede ni se detiene en el ayer.

    Sois el arco desde el que vuestros hijos son disparados como flechas vivientes hacia lo lejos.

    El Arquero es quien ve el blanco en el camino del infinito, y quien os doblega con Su Poder para que Su flecha vaya rauda y lejos. Dejad que vuestra tensión en manos del Arquero se moldee alegremente. Porque así como El ama la flecha que vuela, así ama también el arco que se tensa”.

    Khalil Gibrán

  2. Hola Carmen,
    Bonita entrada, y rápida porque hace pocas horas que la vimos.
    Estoy de acuerdo contigo, la foto final es una magnifico resumen de todo lo que significa envejecer.

    Y Jose, recuerdo ese poema, era de los preferidos en mi adolescencia.
    Un abrazo a los dos

  3. Jose dice:

    Hola de nuevo. Me apunto la película… La última japonesa que vi fue «Rashomon», de Akira Kurosawa… considerada la obra maestra de este director de cine japonés… así que la recomiendo a quien le guste este tipo de cine…

    Lo de Khalil Gibrán, como casi todo lo que llega a mí, es por «causalidad»… pero desde entonces, lo tengo muy presente siempre… Creo que es de las primeras cosas que deberían leer todos los padres…

    Abrazos compartidos… 🙂

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